El Monumento Parroquia Inmaculada Concepción.

Patrimonio Monumental en Castilleja de la Cuesta.

Corría el año de 1.400, concretamente el 16 de enero, cuando don Gonzalo de Mena y Roelas (arzobispo de Sevilla) cedió perpetuamente a los frailes de la Tercera Regla de San Francisco, la iglesia parroquial de San Juan de Aznalfarache a la que pertenecía la primitiva ermita de Santa María de la Concepción situada en la Calle Real de Castilleja de la Cuesta, que por aquellos años y hasta el de 1.634 perteneció a la jurisdicción de la vecina Villa de Tomares.

     Ya a comienzos de 1.615, esta ermita fue elevada a parroquia por el arzobispo Pedro de Vaca de Castro y Quiñónez. De enorme importancia fueron las restauraciones llevadas en su arquitectura a mediados del siglo XVIII (1752) y durante el primer tercio del XIX (1834); su fachada principal adquiere su actual fisonomía con la espadaña que se construye a comienzos del siglo XX.

     El templo consta de una sola nave cubierta con tejado a dos aguas, una cabecera con bóveda vaída y la corona la citada espadaña; posee adosadas tres capillas: la Sacramental,  la de María Santísima de los Dolores, y la Bautismal. La puerta se halla situada a los pies. El interior es bastante rico y se encuentra bastante bien conservado. El retablo mayor, procedente del desaparecido convento de Mínimas de la Calle Sierpes de la capital hispalense, es obra de Cristóbal de Guadix, construido entre 1702 y 1706 y es una pieza barroca compuesta de tres calles y una rica decoración resaltando sus columnas salomónicas y las esculturas que se intercalan entre sus espacios. El camarín principal está ocupado por la imagen de la Inmaculada Concepción, obra del escultor Gumersindo Jiménez Astorga de 1878.

     En el muro del Evangelio, mirando al retablo mayor, hay un primer retablo que contiene cuatro imágenes: en el centro se halla una escultura de San José del siglo XVIII; a su derecha una Santa Clara, del siglo XVII, y a su izquierda Santa Inés. Sobre el banco del retablo se cobija en un apequeña hornacina la talla de un Niño Jesús, del siglo XIX, donado a la Hermandad Sacramental por don José Marín Oliver. Más adelante se ve otro retablo donde hay un Calvario compuesto por imágenes de tamaño natural: Nuestra Señora de la Piedad y  el Cristo de la Vera-Cruz, ambos del siglo XVII, y San Juan del XVIII.

     A los pies de la nave se hallan dos hornacinas que guardan una Custodia Procesional del siglo XIX, y la Imagen de la Virgen del Carmen, del XIX. Sobre la puerta de entrada, hay un coro alto, con un órgano del siglo XVIII, procedente de la iglesia hispalense de San Juan de la Palma.

     En el muro de la Epístola se abren las citadas capillas respecto al altar mayor: la primera es la Sacramental o del Sagrario, en cuyo altar se encuentra la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, obra de mediados del siglo XVIII, atribuida a Ruiz Gijón. Destaca en esta dependencia el zócalo de azulejos realizado por el maestro local Juan Oliver Míguez entre los años 1940-50. Seguidamente está la capilla de la Virgen de los Dolores, construida en 1.965. Preside esta la imagen de María Santísima de los Dolores, obra tallada en el siglo XVIII y reformada a finales del XIX para poder procesionar; esta citada imagen, junto con las citadas de la Inmaculada y Jesús del Gran Poder, son la titulares de la Hermandad que se ubica en el edificio: “PONTIFICIA, REAL E ILUSTRE HERMANDAD SACRAMENTAL DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE LA SANTÍSIMA VERA CRUZ Y SANGRE DE JESUCRISTO, NUESTRO PADRE JESÚS DEL GRAN PODER Y MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES”.

      Al salir de esta capilla y siguiendo por la nave derecha de la nave central, encontramos un retablo donde vemos la Imagen de San Juan del Prado, del siglo XVII y las de Santa Marta y el Corazón de María. Un poco más adelante hay una repisa tallada y dorada que cobija una escultura del siglo XVII de San Antonio de Padua. La última capilla, muy cerca de la puerta del templo, es la Bautismal, en cuyo centro se ubica una Pila de Bautismo de mármol blanco.

     Debemos destacar la magnífica colección de pinturas, oleos sobre lienzo, que se reparten por los muros del templo, la mayoría de estos procedentes del desaparecido convento de Nuestra Señora de la O de Castilleja de la Cuesta, en especial los cuatro pintados por el maestro Juan de Roela a comienzos del siglo XVII. 

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