Cuna de emperadores, del Aljarafe a Roma
Adriano y Trajano nacieron en Sevilla. Itálica fue una de las primeras y principales villas nobiliarias de Hispania. Itálica política y noble, Hispalis plebeya y comercial, convivieron durante toda su existencia.
Cuna de emperadores, el Aljarafe sirvió para alimentar los cuerpos, las mentes y los sueños de aquellos que serían destinados a ostentar la principal autoridad que un hombre podía sostener en los albores de la edad moderna.
Termas, teatros, anfiteatros. Villas, acueductos y dramatizaciones de todo ello te esperan para que puedas revivir los ambientes y las escenas que formaron la personalidad y fantasías de aquellos aljarafeños predestinados a gobernar el mundo. Del Aljarafe a Roma.
Si comenzaste de buena mañana, tu breve paseo se vio recompensado en cualquiera de las buenas posadas que hallaste a lo largo del camino que te condujo hacia tu primera escala, la ciudad romana de Itálica. Casa Ortega, Obrador Itálica, El Barranco, Casa Pedro, Cafetería La Romana y la Gran Venta Itálica salieron en tu auxilio.
Al llegar temprano a Itálica, pudiste reconocer sin excesivo calor y con las claras luces de la mañana, míticos parajes itálicos donde se criaron algunos de los sevillanos que gobernaron aquel imperio: las murallas, las calzadas y calles, las casas de Neptuno, del Patio Rodio o de los Pájaros, las Casas del Planetario y de Exedra, su Collegium, el Traianuem, el Templo de Trajano o las Termas Mayores. El Anfiteatro…
Una vez quedaste abrumado por Roma, y antes de que el sol también lo hiciera, te hallaste en cualquiera de los restaurantes entre Itálica, el Teatro y las Termas Menores, tus siguientes objetivos previa cita. El Ventorrillo Canario, Gregorio, Gran Venta Itálica o La Caseta de Antonio estaban ahí, preparados para prepararte para la Roma de tarde.
Tras reconocer el Teatro o las Termas Menores te encontraste, avanzada la tarde, en Cotidiana Vitae, donde reviviste lo vivido con lo sabido, viajando por una recreación de Itálica y sus costumbres, una vez viste sus ruinas con tus propios ojos.