El vino de Roma y América
Hace 2.000 años, el vino del Aljarafe regó bacanales en Roma. 1.500 años después, sirvió para celebrar a Cristo en la forja del imperio español, al otro lado del mundo.
Roma y América encontraron en la sociedad Guadalquivir Aljarafe un paraíso donde cultivar, cosechar y transportar el preciado caldo para mayor progreso y alegría de una nueva civilización.
Recorre los lugares de este arte de la mano de maestros viticultores y viníferos, descendientes de una dinastía y tradición milenaria.
Experimenta el arte de la vendimia y saborea los paisajes del saber y el sabor de los vinos del Aljarafe.
Las viñas Villanueva del Ariscal, Espartinas y Umbrete te esperan al pie de lagares, molinos y bodegas.
En el extremo oeste del casco urbano de Espartinas, en la carretera A-8076, hay otra rotonda, aunque esta no es una más. Tomad la dirección de Villanueva del Ariscal e ingresaréis en el rincón vinífero del Aljarafe. Las viñas toman el control del paisaje y un pequeño pueblo refugio os espera al final de una pequeña recta.
Abandonaremos el coche hasta el mediodía, para cumplir con nuestra tradición predilecta. Un sencillo y delicioso desayuno en Go and Bar o La Alondra os cargará de energía para el resto de la mañana.
Las visitas organizadas a las bodegas Vinícola del Aljarafe y Góngora, se suceden en vuestro itinerario a través del pueblito, para comprobar dos personalidades distintas, dos maneras complementarias, respetuosas y dignas de renovar año a año los caldos del Aljarafe.
Rebasada la media mañana podríais ya abandonar el pueblo camino de la siguiente etapa, eso sí, dejando atrás las recién abiertas tabernas donde el vino y todo lo demás cobra sentido. Donde el vino se acerca a la vida, y la vida se comparte en un ambiente atmosférico especial, interior y absolutamente intransferible. El Melao, El Mellizo, La Perdiz o El Coco. Sus nombres lo dicen todo. No hace falta decir más.
Si finalmente parasteis en las tabernas de Villanueva del Ariscal, y si hubierais salido ya en dirección sur, habréis encontrado de golpe Espartinas, al lado de Villanueva del Ariscal, con sus solemnes y bien variadas bodegas: Loreto, histórica y monumental, junto al monasterio y convento franciscanos. O Patacabra y Vinos Blancos de Autor, familiares y de acentuada personalidad. Difícil elección en cualquier caso, y siempre merecedora de la indulgencia de sucesivas oportunidades en visitas venideras.
Si se os hizo tarde, Espartinas es el lugar ideal para ello, pues os recompensará con trato y platos que os harán bendecir la demora: Casa Ramiro, Las Tinajas o el Espartal.
Si por el contrario llegáis a la próxima escala del día, Umbrete, a la hora del almuerzo, estaréis de suerte, pues tampoco os habréis equivocado: Casa Rufino, Casa Ruiz, La Mechada, El Cano, Batato o Mesón de Emilio, son reconocidas casas de comida y bienestar de mediodía en la provincia y sus alrededores.
Tras el ágape, o si hemos llegado a media tarde, tras un breve paseo por uno de los pueblos más monumentales del Aljarafe, dos templos del mosto nos esperan: Bodegas Salado, historia viva de la vitivinicultura aljarafeña, y el Centro de Interpretación del Mosto, versión expositiva de esa historia viva, se complementan entre sí para preceder un atardecer rojizo a un día entre viñedos.