Monasterio de "El Loreto"

Espartinas

El Santuario de Loreto tiene una comunidad de frailes franciscanos y su fundación se remonta al año 1300. Antes hubo aquí una ermita erigida por unos cristianos que estando cautivos de los moros en Granada, pudieron escapar milagrosamente, por intercesión de la Virgen de Loreto a la que se encomendaron. La ermita fue convertida en santuario y monasterio por doña María Ortiz Manuel, de la familia de los Manueles, y casada con don Enrique de Guzmán de la casa ducal de los Medina Sidonia, costeando de su peculio toda la construcción. Después se reformó y reconstruyó en el siglo XVIII.

La iglesia tiene a su cabecera el retablo mayor del siglo XVIII y que fue costeado por el obispo de Méjico, fray Francisco de San Buenaventura y Tejada, franciscano. En el camarín está la imagen de la Virgen de Loreto, imagen posiblemente románica pero muy restaurada la cual forma grupo con dos figuras pequeñas de las personas que según la tradición pudieron escapar de la cautividad de los moros por intercesión de la Virgen de Loreto. En el mismo retablo están las imágenes de los santos de la Orden, San Francisco, Santa Clara de Asís, y otros.

En el presbiterio hay varios sepulcros del siglo XVIII. En los muros laterales retablos con San José, San Antonio de Padua, y un San Diego de Alcalá.

Orígenes del santuario

La devoción a la Virgen de Loreto, patrona de Espartinas y del Aljarafe, es sin duda una de las más antiguas y arraigadas de Andalucía, pues desde el siglo XIV los habitantes de los pueblos de esta comarca y también muchos de la metrópoli hispalense han venerado, con diversas advocaciones y en diversos templos, pero siempre en el mismo lugar, a una pequeña imagen de la Madre de Dios hallada de forma milagrosa hace más de seiscientos años en un paraje natural privilegiado, y custodiada desde hace casi cinco siglos por muchas generaciones de frailes de San Francisco. De esta secular historia, rica en hombres santos, en famosos personajes y anónimos devotos, y del patrimonio artístico que gracias a la devoción de todos ellos ha ido atesorando este monasterio, trataremos en las líneas que siguen. La leyenda más antigua y difundida sobre el hallazgo de la imagen de la Virgen es la que se encargó de recoger fray Francisco de Angulo en la crónica que de este convento escribió el año 1584, noticias que a su vez serían después plasmadas por el padre Francisco Gonzaga, General y Cronista de la orden, en su enciclopédica obra publicada en Roma tres años más tarde .

Esta leyenda, que según se afirma se basa en una tradición transmitida de padres a hijos, sitúa los hechos en el Sábado Santo del año 1384, cuando la Virgen María, atendiendo las oraciones de unas cristianas que estaban cautivas en Berbería (nombre que designa genéricamente los lugares ocupados entonces por los musulmanes), acude para socorrerlas y liberarlas de aquel trance, de tal forma que cuando las esclavas despiertan de su sueño se encuentran a unos cincuenta pasos de la torre llamada de Loreto (este lugar está indicado por un crucero de ladrillo que aun subsiste). Añade la historia que, al enterarse del suceso, los habitantes de la cercana población de Umbrete se llevaron consigo la Imagen al pueblo, alojándola en la iglesia parroquial, y hospedaron en sus casas a las dos cautivas, pero de forma milagrosa la Virgen volvió al sitio de su aparición, por lo que los lugareños comenzaron en seguida a darle culto, primero en la mencionada torre, y poco después en una ermita que se construyó junto a ella.

Existe otra versión bien diferente sobre las circunstancias que rodearon el hallazgo de la imagen, que podría calificarse de apócrifa, pues goza de muy poco arraigo histórico entre los frailes de Loreto y los devotos; está recogida en un manuscrito redactado en 1714 y atribuido al franciscano Felipe de Santiago , que retrasa en un siglo, quizá confundiendo la versión anterior, la fecha de aquel acontecimiento, situándolo el 2 de febrero de 1484, y según el cual la Virgen fue encontrada por una familia vecina de Espartinas, que cuando se dirigían andando hacia Sanlúcar la Mayor, en una época de gran necesidad, rezaron a la Virgen para que les ayudase, y fue entonces cuando hallaron junto a un olivo unos panes con los que pudieron comer, y al punto vieron que en el árbol se hallaba oculta una imagen de la Madre de Dios. Este segundo relato contiene también un detalle sorprendente, por otra parte imposible de verificar, como es la posible procedencia italiana de la talla, pues se dice que este dato figuraba en un manuscrito que apareció junto a ella, en el cual se afirmaba que procedía de la iglesia de Sta. María de las Huertas de Nápoles, y que fue traída hasta aquí y escondida en el tronco de un olivo por unos frailes que vinieron a predicar a Sevilla y después sufrieron martirio en Marruecos.

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