Invernada en el Aljarafe

El Aljarafe tiene mucho mundo interior, y el invierno es la época ideal para comprobarlo.

En las profundidades del Aljarafe hallarás la hospitalidad de sus tabernas de tiza, albero y candela, la revelación de su naturaleza salvaje y el magnetismo de sus insondables despoblados.

La lluvia, el frío o el sereno relente no son lo mismo 75 metros más arriba, entre muros de tierra y cal, árboles de 40 metros de altura y aguas limpias corrientes.

Viaja lejos en solo 5 minutos. Los breves días invernales cunden más en el Aljarafe.

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El Guadalquivir está cruzado de puentes para iluminar el invierno sevillano, al calor del Aljarafe interior.

Existen multitud de posibilidades en el Aljarafe durante los meses invernales. Hay miles de alternativas.

El conjunto Salteras, Olivares, Sanlúcar La Mayor y Albaida del Aljarafe, apartados de la corona metropolitana y hermanados por el escarpe y el río Guadiamar.

El grupo Bormujos, Mairena del Aljarafe, Palomares del Río y Almensilla, o el formado por el triángulo Gines, Castilleja de la Cuesta y Tomares, poseen el común denominador de un desarrollo cosmopolita conjugado con el mantenimiento de las tradiciones y unas hermosas vistas de Sevilla y el Guadalquivir.

Todos ellos poseen innumerables atractivos culturales, gastronómicos y paisajísticos para detenernos. Hoy proponemos la ruta Aznalcázar – Villamanrique de la Condesa – La Puebla del Río.

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Calle en el centro de Aznalcázar.

Nos hallamos en el centro de Aznalcázar, dejamos nuestro vehículo bien situado y buscamos un buen ofrecedor de desayunos. Toda la calle principal de Aznalcázar (avenidas García Lorca y Rey Juan Carlos I) está plagada de terrazas y locales. La Cruz o La Plaza se ubican hacia el centro del pueblo, pudiendo ser punto de partida más cómodo para nuestros próximos pasos.

Vista de Aznalcazar
Casco urbano de Aznalcázar desde el sur.

Una vez cargados de energía podremos pasear el casco patrimonial del pueblo, recorriendo múltiples inmuebles y saltando entre épocas, pues este lugar es crisol de civilizaciones desde el mundo de Tartesos hasta hoy, 3.000 años después, tal es su importancia estratégica. Ubicado al borde de un escarpe que domina toda una fértil campiña, regada por un caudaloso río, que a su vez es histórica puerta y enlace con las marismas y el mar, El Guadiamar.

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Iglesia Parroquial de San Pablo.

En un pequeño paseo por la localidad podemos dar un salto de 3.000 años, desde la época tartésica, en la cima del Cerro del Alcázar hasta la Barroca, representada por la Fuente Vieja, a su pie. Entre tanto, los romanos dejaron huellas de su paso en el Puente Romano, junto al Guadiamar. Los árabes a través del Arquillo de la Pescadería, o la mezquita que se cree está en la base de la Iglesia Parroquial de San Pablo. Y ya, en época moderna, edificaciones singulares como las de la Plaza del Cabildo, la Casa Grande, o las capillas de la Encarnación y Nuestro Padre Jesús, salpican el callejero sobresaliendo entre el caserío.

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Fachada principal del Palacio de Villamanrique de la Condesa de París, que se halla en el centro del pueblo.

Una vez realizado el recorrido, de vuelta al vehículo, podemos optar por hacer escala en la Bodega El Bergo, atesoradora de la mejor tradición bodeguera aljarafeña, o continuar directamente hacia Villamanrique de la Condesa, segunda escala de la jornada.

Villamanrique de la Condesa, entre arenales y bosques de pino, encinas y alcornoques. Su casco histórico aparece impregnado de profundas y claras raíces rocieras, populares y nobiliarias, pues religión, campesinado popular y la más alta aristocracia dibujan en Villamanrique de la Condesa un cuadro singular, difícil de encontrar con facilidad.

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Iglesia de Santa María Magdalena.

El busto levantado en honor del torero Pascual Márquez, la Iglesia de Santa Magdalena y el Palacio de los Infantes de Orleans y Borbón podrían ilustrar esta trinidad vocacional y al parecer fundacional de Villamanrique. Del mismo modo que podrían hacerlo la Dehesa Boyal, el Monumento a la Virgen del Rocío y el Palacio del Rey.

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Pajarera de Cigüeña Blanca, Laguna de la Rianzuela y Cortijo de la Dehesa de Abajo al otro lado.

Excepto el Palacio del Rey, todos los inmuebles y monumentos son visitables en el casco e inmediaciones. En todo caso se recomienda llamar a la oficina de turismo de Villamanrique de la Condesa para confirmar horarios y citas previas en el caso del palacio.

Bodega El Bolero o Mesón de Gato serán suficientes para reponer energías a una mesa con marcado estilo manriqueño en sus cartas y cocinas. Aunque, en el caso de que vayamos con tiempo, podemos intentar almorzar en La Dehesa de Abajo, un cortijo entre los bosques, las lagunas y arrozales de la comarca del Aljarafe, camino de La Puebla del Río.

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Atardece en el nido de Cigüeña Blanca en construcción. Dehesa de Abajo.

Entre su terraza y senderos, podremos pasar el resto de la tarde iluminados por la fría luz de sus atardeceres invernales, entre las llamadas y voces de miles de aves procedentes del Norte que, al igual que nosotros, encuentran aquí un refugio invernal ideal.

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